jueves, 7 de abril de 2016

Hábitos saludables


No sé si visteis el anuncio de acuarius sobre los uniformes. Cuando alguien se pone un uniforme inmediatamente le situamos como policía intimidante o azafata mimo de las salidas están por aqui y por aquí. El uniforme da caché y te separa del resto de los vulgares mortales. 

Y hay que reconocer que en la Iglesia a algunos les pirrian los uniformes.

Alzacuellos, casulla, clerygman, manutercios, capirotes, velos de monja azul, velo de monja blanco, velo de monja con alerones de 747, puntillas, capa pluvial, mitra, tiara, bonete, sotana, cíngulo, estola, estolón, dalmática ( no tiene que ver con Cruella de Vil), paño humeral, roquete, birrete, solideo, bonete, etc etc etc etc. Todo un muestrario que necesitaría la planta 4 del Corte Inglés. 

Yo flipo con las capas tipo batman de los canónigos de las catedrales, con ese vuelo y esa elegancia, que en un instante me veo como en el Señor de los anillos... Y esos rituales de quita la mitra, pon la mitra, trae la mitra, fuera la mitra, dónde está la mitra, que el pobre monaguillo está con un estrés que ni con tres valiums se le quita. Me encanta ver los diseños de las nuevas congregaciones. En caso de fundar una supongo que será de las cosas más apasionantes. Y no digamos ya lo de las Imagenes de vestir, donde se queda el escaparate de Zara....

Ya en serio, todos los santos a lo que queremos y recordamos en nuestra Iglesia, no lo hacemos por si iban de amarillo, verde, habitados o deshabitados, sino porque eran grandísimas personas que hicieron de su amistad con Jesús y su sacrificio y amor por las personas su hábito verdadero de vida. Seguimos a un señor crucificado que va en ropa interior, por ponerle algo; hemos hecho de su desnudez nuestra costumbre y de una cruz, que es imagen de crueldad y de salvación, un bonito y habitual adorno. 

Sea nuestra fe nuestro uniforme, nuestro amor nuestra mitra, nuestra esperanza el abrigo que nos 
ayude a avanzar en medio de tantas incertidumbres.
Y cada uno que se ponga lo que quiera, no seré yo quien juzgue a nadie por su apariencia; en España estamos hartos de ladrones con corbata.

En mi viaje a Polonia casi todos los sacerdotes llevaban sotana; pero eran sumamente acogedores y muy simpáticos. Todos los curas de mi infancia de mi querido pizarrales siempre iban en mangas de camisa y eran muy queridos por todo el barrio, grandes curas, grandes.

Aun así sigo mirando las capas de los canónigos con sana envidia reverencial. Estoy pensando en fundar algo aunque solo sea por diseñar el hábito. Hábitos saludables.

Aquí Jesús con su hábito... hábito de amar sin medida.


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