miércoles, 6 de abril de 2016

Los hijos

En España mueren muchos más que los que nacen. En breve no tendremos más problemas de espacio que en los cementerios.

Yo jamás tendré hijos.



Miro a los padres con cierta admiración cuando los traen en los brazos camino de tomar la comunión o asomados detrás de la pierna como pequeños y seguros hobits asidos de la mano que no les fallará. Las madres y los padres son los que más entienden a Dios y saben lo que significa "padrenuestro". Un hijo no es una carga, ni un estrozavidas. Un hijo es una bendición, siempre, aunque sea de madres solteras y valientes, o de familia numerosa e incontable como las tribus de Jacob. Los niños son la esperanza de que la humanidad seguirá rodando en este frágil planeta. No es cuestión de simplemente asegurar las pensiones y nuestros futuros enfermeros de cuidados paliativos. Tener un hijo es creer. Es tener fe. Es pensar cuántas experiencias buenas de hermandad se pueden vivir en una casa de tropecientos hermanos. Tenemos muebles bonitos de Ikea, Tenemos perros. Pero no tenemos hijos. 

Hay algún desaprensivo que me dice de Max "es tu hijo". Nooooo, es mi perro, mi compañero de sofá y de paseos silenciosos por un Madrid nocturno lleno de tanta gente rara como yo. Los perros nunca podrán sustituir a los hijos.

Tened hijos, formar grandes y divertidas y bulliciosas familias. Cuidaos y disfrutad de las cenas compartidas.


Yo os miro y aprendo. Plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo. Por ahora me dedicaré a la botánica y a la literatura. Y a aprender de todos los padres y madres que me enseñan cada día como es Dios.

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