jueves, 7 de abril de 2016

Maldita internet

Huracán de informaciones, bulos que son tornados, comentarios cual cuchillos de cobardes anónimos y no anónimos. Redes que unen personas o las atrapan, treding topics de presentadoras en transparencias mientras la verdad desnuda de la guerra o el hambre u otras causas perdidas no tiene ni un resquicio de noticia.

En internet no hay café, ni abrazo, ni entonación, ni risas verdaderas. Hay emoticonos, jeje, jaja, y enlaces que nos enlazan a pozos de enlaces y otros y otros, como sísifos cargados de la @. Hay cataratas incontrolables de información incontratastable, memes cual fuegos artificiales que nacen del ingenio y el aburrimiento y se contagian más rápido que el ébola.

Imagino a los hombres prehistóricos sentados en torno al fuego, familias acurrucadas piel con piel, hipnotizadas por las llamas danzarinas de colores mientras el hechicero de la tribu cuenta historias de hombres aún más prehistóricos y más feos, pero felizmente juntos.

Asepsia de internet que nos robó las cartas con olor a romanticismo nacidas de las manos y la pluma del enamorado en papel, papel. Hasta el sexo se volvió virtual y una de las diversiones más viscerales de la humanidad se quedó congelada en la pantalla y la mirada del voyeur ahora solitario. El Gran Hermano nos tiene controlados; no hay quien escape de la mirada de la diosa Internet.

Cierto es que amplifica nuestras ideas, que conecta a los internautas, que hace de la información la atmósfera global e inmediata.

Pero hay tanta gente que se siente tan sola. 

Un café verdadero, por favor. Y un abrazo.

Y deja el móvil quietito, joer.

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